Hoy: CHUBASCOS
Lean ese libro de paso c;
Para que hablar cuando podemos besar
12/9/13
6/9/13
El viento azotaba la ventana y la noche me cubría. Me sentía segura; todo en aquella habitación era seguro. Fue donde descubrí que él era el amor de mi vida y donde lo había perdido.
Llevaba su nombre dentro de mi; Brakko había sido mi mundo por 3 años. Todavía me dolía entrar en esa habitación, donde él, mi Brakko, se había suicidado. Podía sentir el cuchillo lleno de sangre caer mientras él se desplomaba sobre la cama, la misma cama donde yo estaba sentada.
Todavía no asimilaba que exactamente hace un año él había desaparecido. Dejé de bailar, dejé de salir, dejé de vivir.
Toda esa tarde estuve en el cementerio, llorando, anhelandolo.
Si él no estaba, yo tampoco, esa noche todo iba a terminar, iba a volver con Brakko y todo iba a ser mejor.
Tomé la cuchilla, descubrí mi muñeca, me despedí en silencio de esa habitacion y me dormí en un sueño eterno.
Llevaba su nombre dentro de mi; Brakko había sido mi mundo por 3 años. Todavía me dolía entrar en esa habitación, donde él, mi Brakko, se había suicidado. Podía sentir el cuchillo lleno de sangre caer mientras él se desplomaba sobre la cama, la misma cama donde yo estaba sentada.
Todavía no asimilaba que exactamente hace un año él había desaparecido. Dejé de bailar, dejé de salir, dejé de vivir.
Toda esa tarde estuve en el cementerio, llorando, anhelandolo.
Si él no estaba, yo tampoco, esa noche todo iba a terminar, iba a volver con Brakko y todo iba a ser mejor.
Tomé la cuchilla, descubrí mi muñeca, me despedí en silencio de esa habitacion y me dormí en un sueño eterno.
Las calles estaban desoladas, era mi última salida. Mi última
petición. Me senté en un banco de plaza y comencé a escribir.
Hace ya 5 años empezaron los problemas, con solo 11 años era
molestada por todos, incluso por mis amigas, Claro, yo estaba a 5 kilos de ser
una obesa mórbida crónica y solo lloraba y soñaba con cortarme la grasa de las
piernas… A los 12, en séptimo, empecé. Mis padres trabajaban todo el día, yo
estaba sola, y para cuando conseguía ingerir algo iba directo al baño arrepintiéndome
y ayudando a la belleza, mis dedos la ayudaban.
Iba a todos los deportes que podía, y en primer año era una obsesiva del gimnasio y el deporte, era lo que hacía todo el día, y contar las calorías… Así seguí hasta segundo, fue la primera vez que entre en el hospital, dijeron que solo era anemia. Asique a los días estaba afuera, mas empeñada todavía, tratando de bajar lo que el hospital me hizo engordar. Ya había bajado tres tallas, pero igual, necesitaba pesar 58 kilos, ser hermosa, ser perfecta. Y pese a todo no me arrepiento de nada.
A fin de año fue la primera vez que me encerraron, pero este no era el hospital de la última vez, este era para mí, y los chicos y chicas que compartían mi religión; la religión que Ana y Mía alumbraban.
Ya en tercer año estaba hecha un lechón como antes, asique aunque seguía con esas 3 tallas menos estaba más gorda. Ese año conocí al chico que se convirtió en mi luz, lo único que me podía alumbrar un poco entre tantas sombras, me iba de mi casa casi siempre, me la pasaba en la suya y él, él fue el único que me podía hacer almorzar, o al menos ingerir algo. Lo hacía por él, para estar toda la vida con él, pero tenía que ser perfecta igual, asique a la noche si cenaba me iba a bañar y mientras limpiaba mi exterior también limpiaba mi estomago... Pero cada discusión eran días sin calorías, solo ejercicio y cuando comía, para que no me molesten, el baño me esperaba, ya sea por laxantes, diuréticos o simplemente mis dedos...
Al llegar a los 58 kilos necesitaba MAS, necesitaba pesar 40 hermosos kilos.
Un día tuve la peor discusión de mi vida con él, lo único que necesitaba para vivir. No nos vimos por una semana, mientras tanto las burlas volvían, asique comencé a encerrarme, solo era yo, y el ballet. Había empezado ballet cuando pesaba 60, nunca me habían dejado practicarlo por mi peso, pero ahora, ahora si podía... Y mientras se burlaban, el ballet era lo único que me ayudaba, además de tenerme a raya con la comida, lo que ayudaba mucho.
Resulta que esa semana se convirtió en un para siempre. Al 5 día me dijeron que él, mi ángel, había muerto. Se había drogado, él me había prometido que no lo iba a volver a hacer para tener una vida junto a mí, pero esa discusión solo logro romper la promesa. Estaba a punto de la sobredosis y salió a andar en skate. Lo chocaron, y cuando llego la ambulancia y le inyectaron una droga que no se cual era, llego a una sobredosis medio extraña, pero murió. Y yo tenía que ir al funeral... Le había prometido que para siempre iba a estar y así era, aunque lo tenía que ver inmóvil y sin vida.
Habían pasado tres meses que volví al hospital, esta vez salí más rápido, pero gracias al ballet, porque me había convertido en la principal bailarina de la obra final.
El lago de los cisnes, me había prometido que no iba a morir hasta que no la bailara. Y allí estaba, a punto de lograrlo.
Iba a todos los deportes que podía, y en primer año era una obsesiva del gimnasio y el deporte, era lo que hacía todo el día, y contar las calorías… Así seguí hasta segundo, fue la primera vez que entre en el hospital, dijeron que solo era anemia. Asique a los días estaba afuera, mas empeñada todavía, tratando de bajar lo que el hospital me hizo engordar. Ya había bajado tres tallas, pero igual, necesitaba pesar 58 kilos, ser hermosa, ser perfecta. Y pese a todo no me arrepiento de nada.
A fin de año fue la primera vez que me encerraron, pero este no era el hospital de la última vez, este era para mí, y los chicos y chicas que compartían mi religión; la religión que Ana y Mía alumbraban.
Ya en tercer año estaba hecha un lechón como antes, asique aunque seguía con esas 3 tallas menos estaba más gorda. Ese año conocí al chico que se convirtió en mi luz, lo único que me podía alumbrar un poco entre tantas sombras, me iba de mi casa casi siempre, me la pasaba en la suya y él, él fue el único que me podía hacer almorzar, o al menos ingerir algo. Lo hacía por él, para estar toda la vida con él, pero tenía que ser perfecta igual, asique a la noche si cenaba me iba a bañar y mientras limpiaba mi exterior también limpiaba mi estomago... Pero cada discusión eran días sin calorías, solo ejercicio y cuando comía, para que no me molesten, el baño me esperaba, ya sea por laxantes, diuréticos o simplemente mis dedos...
Al llegar a los 58 kilos necesitaba MAS, necesitaba pesar 40 hermosos kilos.
Un día tuve la peor discusión de mi vida con él, lo único que necesitaba para vivir. No nos vimos por una semana, mientras tanto las burlas volvían, asique comencé a encerrarme, solo era yo, y el ballet. Había empezado ballet cuando pesaba 60, nunca me habían dejado practicarlo por mi peso, pero ahora, ahora si podía... Y mientras se burlaban, el ballet era lo único que me ayudaba, además de tenerme a raya con la comida, lo que ayudaba mucho.
Resulta que esa semana se convirtió en un para siempre. Al 5 día me dijeron que él, mi ángel, había muerto. Se había drogado, él me había prometido que no lo iba a volver a hacer para tener una vida junto a mí, pero esa discusión solo logro romper la promesa. Estaba a punto de la sobredosis y salió a andar en skate. Lo chocaron, y cuando llego la ambulancia y le inyectaron una droga que no se cual era, llego a una sobredosis medio extraña, pero murió. Y yo tenía que ir al funeral... Le había prometido que para siempre iba a estar y así era, aunque lo tenía que ver inmóvil y sin vida.
Habían pasado tres meses que volví al hospital, esta vez salí más rápido, pero gracias al ballet, porque me había convertido en la principal bailarina de la obra final.
El lago de los cisnes, me había prometido que no iba a morir hasta que no la bailara. Y allí estaba, a punto de lograrlo.
Después de bailarlo, de sentirlo, me desmaye y desperté en
el hospital por tercera vez, pero ya era muy tarde… Estaba por morir, estaba
por ir con mi luz, con mi ángel…
Y acá estamos, hoy va a ser mi último día, no voy a morir de hambre, no les voy a dar el gusto a las personas que dijeron que pasaría…
Y acá estamos, hoy va a ser mi último día, no voy a morir de hambre, no les voy a dar el gusto a las personas que dijeron que pasaría…
Tome la cuchilla de sacapuntas, la cuchilla que él me había sacado
y había guardado para que no me vuelva a lastimar yo misma, la misma que tome
de su cuarto cuando la visite por última vez antes de que me den las cosas que quería
conservar de él, lo demás iba a ser donado, nadie quería recordar esos últimos momentos,
solo yo.
Con esa misma cuchilla me estoy librando ahora, solo 17 años, y ya se acabó.
Me despido, me voy a algún lugar mejor, con él.
Con esa misma cuchilla me estoy librando ahora, solo 17 años, y ya se acabó.
Me despido, me voy a algún lugar mejor, con él.
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